Alemania no es un país perfecto... Y no tiene por qué serlo. Es un país con muchas cosas buenas, sí, pero también con desafíos importantes. Especialmente si venís de América Latina, vas a notar diferencias culturales que pueden chocarte más de lo que esperas: desde la comunicación directa (que a veces sentimos como frialdad), hasta las reglas estrictas que regulan la vida cotidiana.

Stopp! No te confundas... No se trata de tener miedo o pensar que todo será difícil. Se trata de estar preparados. Venir con una idea realista de lo que significa empezar de cero en otro país te va a ayudar muchísimo más que cualquier consejo motivacional. ¿Se puede conseguir trabajo? Sí, pero vas a tener que entender cómo funciona el mercado laboral alemán. ¿Se puede hacer amigos? Claro, pero no va a ser igual que en tu país. ¿El idioma? No lo subestimes, estudia todos los días un poquito más.

Alemania ofrece seguridad, infraestructura, acceso a la salud, opciones de estudio… ¡y sí, también paisajes que parecen postales! Pero todo eso no borra la sensación de nostalgia que a veces te va a agarrar, ni las situaciones incómodas que vas a vivir por no entender una costumbre o una palabra. Es parte del paquete. De nuevo, no se trata de tener miedo ni de ser negativo: se trata de ser realista y prepararse. Te juro que después me vas a agradecer por haberte dicho esto.... Me estare alemanizando que estoy tan directa o sincera? ja!

Comparar constantemente tu país con Alemania solo te va a frustrar. En vez de eso, tratá de entender por qué las cosas son diferentes. No todo lo distinto es mejor o peor… simplemente es distinto. La adaptación no es inmediata, pero cuando llega, transforma completamente tu experiencia.